INCERTIDUMBRE
07-09-2018
Macri en su laberinto

17:26 | Consultó a Lousteau, Melconian y otros economistas. Pero teme hacer retoques y que luego la crisis los devore.
Hace algunas semanas, Mauricio Macri se reunió con Martín Lousteau. Quien fue primer ministro de Economía del primer mandato de Cristina Fernández de Kirchner y embajador del actual gobierno en los Estados Unidos, llevó al encuentro algunas ideas para enfrentar las dificultades por las que atravesaba ya entonces la economía. Lo presentado por Lousteau fue un aporte concreto para enfrentar los peligros que acechaban al ideario económico –por así decirlo– del oficialismo. Su decepción fue grande cuando supo que nada de lo que le había llevado al Presidente le había interesado. No fue el único al que le pasó algo así. Guillermo Nielsen, uno de los economistas que más sabe sobre negociaciones con el FMI, fue otro de los que nunca tuvo devolución acerca de sus propuestas. El síndrome de Hubris es un mal del poder. Es un mal del cual Jaime Durán Barba –que estuvo en las reuniones del fin de semana en la quinta de Olivos– conoce mucho. Uno de los signos de este mal es que quien lo padece cree ser el dueño de la verdad absoluta y, por ende, ignora todas las opiniones que contradigan esa “verdad”.  Es lo que le está pasando a Macri. Marcos Peña es una persona honesta a quien muchos consideran poseedor de un intelecto brillante. A pesar de ello, al jefe de Gabinete también lo aquejan los efectos del Hubris: cree que todos los que le dicen que las cosas no marchan bien están equivocados. Peña, quien ha sido clave en el diseño de la última campaña electoral, detesta la “vieja” política y cree que encarna la “nueva política", sin advertir que, en muchas de sus actitudes y la de muchos funcionarios de su gobierno, hay elementos de aquello viejo que detesta y desprecia. Sus conductas –en las que no faltan la soberbia– lo han transformado en el blanco de las diatribas de varios integrantes del gabinete y de muchos dentro del oficialismo. Que María Eugenia Vidal haya salido a enmendarle la plana el jueves  luego de que Peña dijese en el programa de Marcelo Longobardi que no había un fracaso económico lo certifica. Su oposición a la incorporación de peronistas al gobierno es bien conocida. Es la misma que tiene el Presidente. Ese es uno de los motivos de discusión al interior del Poder Ejecutivo. Peña suele disentir con Macri, a quien se atreve a discutirle de igual a igual. “Muchas veces le adjudican la responsabilidad a Marcos por cosas que él no comparte y que, en verdad, son iniciativas del Presidente”, revela un hombre de la mesa chica del poder. Pero Peña es Macri. Y es por eso que el Presidente no lo va a echar.   (Fuente www.perfil.com). 
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